Aún puedo divisar al guerrero del caballo alado, perdiéndose casi en la distancia, poco a poco. Se lleva mi corazón, se lo he entregado a cambio de una caricia en mi vientre. He hecho un buen canje, no lo dudo: un corazón roto por una huella de amor imborrable en mis entrañas. El guerrero sabrá sacar provecho de ese corazón, rescatará sus últimos latidos, que llevan consigo el impulso de la creación y la vida.
Su corcel está a punto de desplegar alas, faltan apenas unos instantes, puedo sentirlo. Como puedo sentir también el descanso del guerrero que ya, se aproxima.
©2010 FABIANA FV